Cómo crear adicción en una mujer.


Hay una forma muy sutil —y poderosa— de meterse en la cabeza de una mujer sin que se dé cuenta y solo tienes que entender cómo funciona el deseo, la mente y el misterio. ¿Listo para el juego? Aquí van las reglas del arte.


1. No estés siempre

El deseo necesita aire para respirar. Si estás demasiado disponible, demasiado presente, demasiado fácil… se pierde el encanto.
Desaparecer un poco es como oxígeno para el fuego: lo enciende.
Muéstrate, hazla sonreír, deja el recuerdo… y luego pum, desaparece lo suficiente para que ella se pregunte que ha pasado. Ni explicaciones, ni disculpas. Solo espacio para que su mente empiece a trabajar por ti. No abuses, el punto es generar adicción, no irresponsabilidad afectiva.


2. La mente se obsesiona con lo que no puede descifrar

Los hombres simples aburren. Los misteriosos, en cambio, se quedan pegados en el pensamiento.
No digas todo. No expliques todo. No reveles todo. Deja que adivine. Que suponga. Que imagine. Cuando no entiende del todo qué siente contigo, empieza a buscar razones. Y mientras las busca… piensa en ti. Una y otra vez.


3. Si muestras todas tus cartas, la magia desaparece

Un mago nunca revela todos sus trucos. Y tú tampoco deberías.
Dale una dosis de ti, solo la necesaria para dejarla queriendo más.
Un comentario que insinúe. Una mirada que diga mucho, pero no lo suficiente. Un mensaje que parezca tierno… o tal vez no. La duda es parte del encanto.


4. La gente curiosa no suelta el hueso

Haz que te investigue. Que se pregunte por qué dijiste eso, por qué desapareciste justo cuando la conversación se ponía buena.
Despierta su detective interior. Haz que quiera saber más. Nadie suelta algo que no ha terminado de descubrir.


5. Sé difícil de entender

¿Quién dijo que hay que ser claro todo el tiempo? Si eres una contradicción con piernas, mucho mejor.
Hoy la haces reír. Mañana estás más frío. Un día le cuentas un secreto. Al otro, apenas hablas. No por capricho, sino porque tú eres así: espontáneo, libre, imposible de encasillar. Y eso, amigo, es adictivo.


6. Provoca placer… luego enojo y confusión

Suena peligroso, y lo es… si no sabes hacerlo. Pero si lo manejas con elegancia, este es el pase directo a su mente.
Haz que un momento contigo sea una experiencia intensa: caricias mentales, palabras que la eleven… y luego algo que rompa el ritmo. Una retirada inesperada, una respuesta ambigua, una risa en medio del drama.
Su mente no sabrá si besarte o gritarte. Y en esa mezcla, quedará atrapada.


El truco final…

Nunca pongas todo en juego. Tú eres el premio, no el perseguidor.
Ella puede pensar que te está descubriendo… pero tú siempre estás un paso adelante.

¿Compromiso? No necesariamente. ¿Juego mental elegante, emocional, divertido? Totalmente.
Y recuerda: no es manipular si tú también estás dispuesto a disfrutar.

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